ÉTICA Y REPUTACIÓN: de Volkswagen a Nike pasando por McDonald’s

¿Es la crisis económica, de la que tanto deseamos salir, una crisis de valores?

ética y reputaciónTodo empezó con las hipotecas subprime, siguieron las sociedades de clasificación, las preferentes de Bankia, grandes bancos europeos aceptando multas astronómicas y países enteros siendo rescatados. Se nos dibuja una crisis del sistema bancario, pero esta imagen es solo la consecuencia. ¿Dónde están las causas de la crisis?

Hace ya muchos años, salieron a la luz pública las condiciones laborales que utilizaban reputadas marcas deportivas y de textil en fábricas de países asiáticos y de Centroamérica. Nike fue la primera en ser señalada con el dedo, pero las prácticas de explotación humana eran comunes en la industria textil globalizada. Aun hoy, de vez en cuando, nos salpica alguna impactante noticia de tragedias en centros “laborales”, donde se producen bienes de consumo que compramos aquí ajenos a su verdadero coste humano.

Más tarde, el séptimo arte ayudó a denunciar con más fuerza la “bondad” de la comida ofrecida por una de las mayores cadenas de restauración del mundo. Sí, ya se la conocía como “comida basura”, pero sigue siendo un tipo de alimento consumido por millones de personas cada día. Estos alimentos provienen de explotaciones agropecuarias industrializadas, sin ningún respeto por la vida animal. ¿Qué tipo de energía podemos esperar que nos aporte un alimento que proviene de un animal que sufre? La película demostró que al consumidor llegaba un alimento seguro, pero poco saludable. McDonalds tuvo que cambiar su imagen y hoy incluso fomenta hábitos de vida saludables en su web.

Recientemente los escándalos siguen con los coches. En Volkswagen, la tecnología e innovación alemana ha derivado hacia el engaño. Ahora todo son disculpas, explicaciones y planes para recuperar el buen nombre. Se enfrentan a unos costes de reparación de vehículos y posibles costes judiciales que nadie esperaba. El coste ambiental del engaño puede que no sea reparado jamás. Y, vistos los escándalos anteriores, no nos sorprenderá si aparecen nuevos casos de prácticas fraudulentas en fabricantes, controladores ambientales o cualquier otro actor del mercado de automoción.

Todo por ser competitivos. Se sigue poniendo por delante el beneficio a corto plazo, el beneficio de unos pocos frente al coste social, animal y ambiental de muchos. Por lo tanto, la crisis bancaria no ha sido más que otra muestra, esta vez con impacto global, de prácticas basadas en unos valores poco respetuosos con el bien común.

ética y reputación en sus prácticas empresariales

Las empresas aquí nombradas tenían una gran reputación por el éxito de sus productos. El éxito les dio la reputación. La ética en sus prácticas empresariales se la suponíamos todos. Confiábamos en los mecanismos públicos de control que nos decían que todo era correcto. Pero resulta que su falta de ética estaba escondida tras operaciones en lugares lejanos, escondida tras un sistema de vigilancia de la salud basado en poner curar a posteriori y escondida tras la tecnología.

Cuando se descubren las prácticas poco éticas se ve afectada la reputación de la organización. Entonces se pone remedio urgentemente y toca cambiar los valores internos, a pesar de la competencia en el mercado. Las grandes marcas, dada su antigua reputación, tienen la oportunidad de ponerse al otro lado, el de la sociedad, para así recuperarse. Y desde la sociedad nos toca reclamar a nuestras administraciones unos sistemas de control diferentes: menos conniventes con los poderosos y más enfocados al bien de todos.

Pero, en origen, son los valores éticos los que deberían guiar toda empresa. El éxito y la reputación basados en el engaño no duran para siempre. No se trata de poner controles cada vez más estrictos, sino de poner la transparencia por delante. Es más eficiente, más barato y asegura que todo irá bien. Por lo tanto, aprendamos las lecciones y no esperemos a que nos señalen con el dedo para corregir vicios y defectos que tarde o temprano saldrán caros. Y, si como sociedad no somos capaces de comprometemos con prácticas responsables, entonces no nos merecemos salir de esta crisis.

ABSENTISMO: Un buen indicador de la percepción de la economía

absentismo (1)Según el Informe Adecco sobre absentismo, en el año 2014 hubo un repunte del absentismo laboral en España. Después de 6 años de descenso de la tasa de absentismo (porcentaje de horas netas no trabajadas), el efecto crisis se ha agotado. Según los expertos, en los años de crisis e incertidumbre laboral el absentismo fraudulento ha bajado por miedo a perder el trabajo. En cuanto la economía mejora, este miedo se relaja y el absentismo sube.

El análisis detallado de los datos del estudio arroja algunas conclusiones interesantes como:

  • Las bajas por incapacidad temporal no justificadas tienen que ver con la conciliación de la vida familiar y con afecciones leves de enfermedad.
  • El tamaño de la empresa o el sector de actividad no muestra diferencias significativas en absentismo.

Por lo tanto se concluye que la economía española tiene un déficit estructural de flexibilidad laboral, lo cual influye en el comportamiento de los trabajadores. En el estudio de Adecco se expresa que, si bien el 91% de las empresas solicitan la justificación de las ausencias, tan solo el 2% posee paquetes de horas o medidas de flexibilidad que faciliten la conciliación.

Aquí hay una clara oportunidad de mejora para favorecer la conciliación de la vida familiar y laboral. Existen muchas medidas, de diferente calado, que se pueden aplicar a nivel de empresa individual o a nivel de sociedad para mejorar la conciliación:

  • Flexibilizar horarios, compactándolos o reduciendo el tiempo para comer.
  • Flexibilizar las horas de entrada y salida, de forma que los trabajadores puedan ajustar su horario según sus necesidades.
  • Racionalizar el calendario laboral según las diferentes épocas del año y los cambios en los horarios familiares.
  • Convocar las reuniones de forma que no se alarguen fuera del horario laboral.
  • Dar ejemplo desde la Dirección de la empresa en cuanto a ser los primeros en la conciliación laboral.
  • Premiar el cumplimiento horario con más tiempo libre, lo cual no significa fomentar el presentismo.
  • Racionalizar los horarios sociales, con iniciativas como cambios en horarios escolares, comerciales y de los programas de máxima audiencia televisiva.

Pero, sobre todo, las medidas que llevarán al éxito en la erradicación del absentismo injustificado serán las que se apliquen como fruto del diálogo. Este diálogo entre empresa y trabajadores, o sus representantes, ha de exponer las necesidades de todos. Y también ha de servir para que se tome conciencia del objetivo común, que es el cumplimiento de la misión de la empresa de forma rentable y sostenible. Así desde todas las partes se podrá contribuir para llegar a las soluciones válidas para la organización.

Todos deben tomar conciencia: los trabajadores entender que si una persona falta provoca una bajada de rendimiento y un estrés en sus compañeros de alrededor. Y la empresa ha de tomar conciencia de que difícilmente nadie hace trampas cuando su trabajo está justamente remunerado, bien conciliado y es suficientemente reconocido.

 

MI EMPRESA IDEAL. Las 5 características de la empresa en la que me gustaría trabajar

empresa ideal1Hace tiempo, en los inicios de mi carrera profesional, un compañero me explicó su forma de saber si estaba en el puesto de trabajo correcto. Él lo resumía evaluando 3 parámetros:

  • Me gusta lo que hago (realización)
  • Me gusta lo que me pagan (retribución)
  • Me gusta el tiempo que me queda para mí (conciliación)

Y su criterio era que si durante un tiempo no se cumplían al menos 2 de estas 3 afirmaciones, sería momento de cambiar de trabajo.

Se trataba de un test rápido y simplificado que a él le servía de referencia para autoevaluar su satisfacción con la dedicación laboral. Pero existen muchos más factores en una ocupación. Además las escalas de valores cambian de una persona a otra. Hay quienes se conformarán tan solo con la retribución y otros incluirán en la ecuación de la satisfacción aspectos como el estatus social que le proporciona el puesto de trabajo o su dimensión social.

También es importante reconocer cuánto estoy dispuesto a poner de mi parte. Las exigencias con la empresa deben ser proporcionales a mi contribución. Tanto doy, tanto puedo esperar recibir. Es diferente si mi compromiso se limita a cumplir con las obligaciones de forma reactiva que si decido dar lo mejor de mí mismo.

Suponiéndome en esta última premisa, ¿qué buscaría yo en una empresa? Pues yo me conformaría con ser parte de una empresa consciente. Pero ¿qué es eso?  ¿Dónde se encuentra una empresa así? Tal concepto de empresa es poco común, y espero desarrollarlo en futuros posts. De momento me es más fácil explicar las características de la empresa a la que yo me uniría sin dudar.

Los aspectos que yo evaluaría de esa empresa ideal son más de tres. No todos son igual de importantes, pero puestos a hacer “la carta a los reyes”, así me gustaría que fueran todas las empresas:

  • “We proudly produce…”. Me siento orgulloso del producto o servicio ofrecido al mercado. Se trata de un producto excelente, que cubre una necesidad real y que es bueno para los consumidores y el medio ambiente. Y puedo decirle sin reservas a todo el mundo que este bien no engaña a nadie ni tiene contraprestaciones oscuras. Me gusta pensar que podré explicar a mis nietos que me dediqué a hacer el mundo un poco mejor.
  • No soy un recurso humano. Se me trata como a una persona, lo cual incluye aspectos como:
    • la exigencia de dedicación (carga de trabajo) es proporcionada,
    • no se me exige que haga nada contra la ética elemental,
    • existe una retribución digna por el trabajo,
    • se comunica información relevante sobre los objetivos y resultados de la empresa,
    • entiendo mi aportación a la misión de la empresa,
    • hay una preocupación por mi carrera profesional,
    • se respeta y se valora mi individualidad única,
    • y, la más importante, se reconoce mi contribución al éxito de la organización.
  • Trabajar para vivir o vivir para trabajar. Yo decido, y se favorece la conciliación entre la vida laboral y familiar hasta donde sea posible. El horario es flexible, existe la posibilidad de teletrabajo, de coordinar las vacaciones con los compañeros… En definitiva, se alcanza una entente de win-win que favorece la vida familiar y, a cambio, la empresa puede asumir puntas de trabajo con buena disposición de los empleados.
  • Empresa saludable. Desde el punto de vista de prevención de riesgos, que se le supone, y también saludable desde el punto de vista de ambiente de trabajo y presión por los resultados. Y más allá, ofreciendo un producto o servicio bueno para la salud de los consumidores.
  • Empresa sostenible. Con voluntad de desarrollo y equilibrio en el tiempo. Y sostenible en tres dimensiones:
    • La económica: con un buen liderazgo, es eficiente y no se compromete la viabilidad de futuro.
    • La ambiental: asumiendo la responsabilidad de los impactos ambientales que pueda ocasionar su actividad y la de sus productos.
    • La social: no se quema a los empleados, existe un cierto arraigo en la comunidad y con una reputación intachable en el mercado.

Y tú, lectora o lector: ¿Qué le pides a tu empresa? ¿Dirías que tu empresa es ideal? Pero recuerda que las empresas las formamos las personas y crear un grupo así depende también de lo que tú aportas cada día.

Y si eres de los que tienen mayor influencia para cambiar la empresa ¿Consideras una utopía crear una organización así? ¿No crees que una empresa así sería más rentable? ¿Valdría la pena el esfuerzo de romper todas las resistencias al cambio?